In Cryptocurrency

Ignacio E. Carballo

Líder en cripto y finanzas alternativas

Americas Market Intelligence

Sin duda el 2022 ha sido año tormentoso para las criptomonedas. Semanas atrás sucedió la quiebra de FTX, uno de los exchanges de criptomonedas más importantes del planeta. Este derrumbe sigue a la crisis Terra y Luna en mayo 2022. Según un reporte reciente de Bank of America, el auge y caída del precio de Bitcoin producto de estos y otros acontecimientos han transformado a las criptomonedas en la quinta “burbuja más importante de la historia”.

Aunque la afirmación es un tanto apocalíptica para un mercado que tiene por intrínseca la volatilidad, lo cierto es que Bitcoin tocó durante noviembre su valor más bajo desde fines de 2020. Y en lo que va de 2022, Bitcoin ha perdido casi el 70 % de su valor. Pero, ¿qué aprendizajes podemos obtener de estos acontecimientos?

En primer término, es importante diferenciar lo acontecido en Terra-Luna del caso de FTX. Mientras el primero fue efectivamente un ejemplo de tecnología mal diseñada, en FTX no falló la tecnología. Por el contrario, aparecen (y cada vez más) evidencias en torno a un mal uso de fondos, falta de transparencia y hasta adulteración de información. Para dar un ejemplo, documentos judiciales mostraron recientemente que la deuda combinada de FTX con los 50 principales acreedores no asegurados asciende a US$ 3.100 millones, con un par de clientes que deben más de US$ 200 millones cada uno.

En lo que va de 2022, Bitcoin ha perdido casi el 70 % de su valor.

El impacto de FTX tiene tantas replicas como interacciones tenía el conjunto de firmas que componía su ecosistema. De hecho, FTX, FTX.US, FTX Ventures, Alameda Research y el mismo Sam Bankman-Fried (CEO) habían invertido o adquirido más de 160 compañías. Cuando FTX solicitó la bancarrota dijo que tenía más de 100.000 acreedores. Posteriormente, nueva información dio a conocer que (al parecer) podría tener más de 1’000.000. Además, Sam es inversor en fondos como Paradigm y Sequoia Capital, con casi $500 millones, lo cual podría perjudicar a otros importantes emprendimientos.

Desde que FTX se declaró en bancarrota, entidades que van desde BlockFi hasta Genesis y Gemini se han visto afectadas por las consecuencias. Exchanges de todo el mundo han auditado sus balances para llevar algo de tranquilidad a sus clientes en términos de liquidez. Sin duda, la crisis de FTX contiene lecciones para todo el mundo cripto.

Según el cofundador de Ethereum, Vitalik Buterin, una lección positiva del acontecimiento fue que las distintas capas de Blockchain y los protocolos de finanzas descentralizadas funcionaron “sin problemas”, lo que agregó la necesidad de destacar el código abierto y transparente por encima de cualquier propuesta centralizada.

Por otro lado, en lo inmediato, el caso de FTX ha llevado a que la mayoría de exchanges añadan el sistema “proof of reserve“. Este sistema permite demostrar los fondos que posee una entidad. Esto busca brindar tranquilidad dando a entender que el capital de los usuarios no se ha prestado a un tercero. Sin embargo, como se ha señalado estas semanas, el proof of reserve por sí solo no es garantía absoluta pues no informa cuánto dinero debería tener la entidad. O, en otras palabras, cuánto dinero han depositado sus clientes. A esto último se le llama “proof of liabilities” lo cual junto a proof of reserve nos arroja un verdadero “proof of solvency”, pero que tampoco es tan fácil de aplicar por cuestiones de seguridad y privacidad.

El “proof of reserve” es un sistema que permite demostrar los fondos que posee una entidad.

En consecuencia, el pasado 19 de noviembre Buterin publicó el artículo Having a safe CEX: proof of solvency and beyond dónde afirma: “En el futuro a más largo plazo, la esperanza es que nos acerquemos cada vez más a que todas las instituciones sean non-custodial“. En el documento para el cual participaron el CTO de Coinbase, Balaji Srinivasan, y personal de Binance, Coinbase y Kraken, además de un socio general de 16z, se proponen distintos métodos para traer seguridad a los exchanges centralizados mediante protocolos y validaciones que mejoren el proof of solvency.

Como podemos observar, de un modo u otro, podemos afirmar que una consecuencia directa de la crisis de FTX es que desde dentro del mundo cripto se están generando los debates más álgidos en torno a la transparencia, la solvencia y la seguridad. También podemos agregar una segunda tendencia: las regulaciones marcadas por la Unión Europea (con MiCA) y los Estados Unidos, que veremos madurar en 2023. Por último, desde fuera del mundo cripto, los Bancos, Neobancos y Fintech reguladas probablemente vean acrecentada su demanda por parte de consumidores que aún no son tan sofisticados como para moverse con instrumentos non-custodials.

Estas tendencias, sin duda, marcarán el desenvolvimiento del sector en lo que queda del año y principios del 2023, animando a un futuro cripto más seguro y amalgamado a las demandas de los usuarios más tradicionales y menos sofisticados. Porque, al final del día, el “sé tu propio banco” no ha demostrado ser lo más oportuno para toda la población.

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